El fuego fatuo

A muchos os sonará alguna historia, bien por haberla leído por vuestra cuenta o por algún relato que os hayan contado, de espectrales luces aparecidas en lugares tales como cementerios, ciénagas, o zonas pantanosas... misteriosas luces comúnmente adquiriendo forma de etéreas esferas verdes, que se mantienen sobre la superficie de donde aparecen (suelo firme o agua); también se dice que en ocasiones oscilan e incluso recorren distancias. En la noche, únicamente durante la noche.

Típica historia de miedo que se dice, vaya. Lo cierto es que los fuegos fatuos existen, son tan reales como la carne de nuestro cuerpo y los componentes que nos constituyen. He ahí su origen.

Un fuego fatuo es un fenómeno físico, producto de la inflamación de ciertas sustancias que se desprenden de la materia orgánica en descomposición en determinadas circunstancias. Estas sustancias son principalmente el fósforo, y no entran en combustión, sino que desprenden una luminiscencia que puede contemplarse en ausencia de luz.

Cuanto menos, curioso: se dice que los fuegos fatuos retroceden al aproximarse a ellos. Existen muchas leyendas sobre ellos, lo que hace que muchos sean reacios a aceptar explicaciones científicas, ya que desde antaño las personas han tenido este fenómeno como el alma de un ser fallecido.